26 de diciembre de 2012

Eva Yerbabuena: "La técnica tiene que estar al servicio del arte"







Eva María Garrido, Eva Yerbabuena, es una de las bailaoras de flamenco más importantes del mundo y ésto lo confirma el Premio Nacional de Danza en 2001 y los cinco Premios Max que posee. Ahora vuelve a los escenarios después estar más de un año apartada de ellos. Nos cita a la hora del café en su casa. Nos abre Paco Jarana, su compañero de fatigas, su resorte creativo, y sobre todo, su marido. “Pasad, dentro está la artista” dice mientras nos sujeta la puerta de entrada. Pasamos al salón y lo primero que advertimos, aparte de observar que no tiene ningún objeto relacionado con el flamenco, es la razón por la que ha estado alejada de los escenarios durante treces meses: su hija Marieta. Tiene siete meses y duerme al lado de la calefacción, envuelta en mantitas pequeñas, soñando quizás con seguir los pasos de su madre. La bailaora nos saluda saliendo de la cocina y arreglándose el pelo, nos dice “sentaos aquí en la estufa, que os vais a morir de frío, por Dios“, como si nos conociera de siempre, como si hubiéramos ido a tomar café más de una vez a su casa. Antes de empezar la entrevista, se asegura que su hija pequeña sigue dormida, agarrándola con la misma delicadeza con la que cuida sus movimientos en los espectáculos. En este momento, la personalidad de Eva se intuye natural, entregada a todo lo que tiene a su alrededor, con un temperamento firme, segura en todos los movimientos y palabras que dice. Y es para serlo, toda una vida dedicada al flamenco no puede aportarte otra característica: determinación. A ella también le interesa el mundo del periodismo,  y el futuro de éste, al que acusa de haber un gran intrusismo. Trata de conocer al que tiene enfrente, de sentir sus vibraciones y saber qué busca y va a encontrar.


Texto y fotografías por Roberto Manzano







Los periodistas han hecho muchas manifestaciones, pero la situación nuestra es difícil; estamos entre la incomodidad que le provocamos con preguntas o investigaciones a la gente rica, a la gente poderosa, y entre que la sociedad tampoco nos respalda por haber cogido fama de manipuladores.


Y ahí entráis todos. Deberíais hacer algo contra la intrusión en el periodismo. Ustedes que sois jóvenes debéis salir a la calle y acabar con esto. Por ejemplo, en el mundo del flamenco todo el mundo se queja de la situación que hay y que ha habido, pero yo nunca he visto una manifestación de cantaores o de bailaores. En estos tiempos, contra las injusticias hay que hacer lo que sea.


Exacto. Eso es lo malo.


Claro. Pero también algunos periodistas tienen algo de culpa. Por ejemplo, yo he ido a cualquier otro país, y me han preguntado por Joaquín Cortés. Mira, yo no voy por ahí haciéndole propaganda a ningún bailaor. Intento ser lo más educada posible y responderle a las preguntas, pero llega un momento en el que le tienes que decir “mira, Joaquín Cortés es un bailaor muy bueno, que ha podido ser una grandísimo profesional, ha tenido todas las oportunidades del mundo, pero, que quiere que te diga hijo, si quieres información sobre él, documéntate, y cuando venga aquí le entrevistas. Si voy a otro país, pregúntame por mí y por mi espectáculo. Hay algunos periodistas que están muy desinformados”.


Cuando has estado en otros países y te han hecho entrevistas, o los medios se han interesado por tus espectáculos, ¿ves que allí tienen más presente el flamenco que aquí en España?


Lo tienen mucho más presente. Cuando vas fuera, lo primero que ves es el cartel de “no hay entradas”. Los teatros están a rebosar. Pero luego, los periodistas tienen una información errónea, es decir, ellos conocen por flamenco Joaquín Cortés y Sara Baras, y Farruquito por la polémica que tuvo en su día. Y a nadie más. Y claro, contra eso tú no puedes luchar, porque en los países extranjeros se conoce lo que se vende por flamenco, y lo que se vende por flamenco por supuesto es lo que en realidad no es el flamenco.


Fuera de España existirá el tópico de que el flamenco es toros, fiesta, palmas, y traje de flamenca.


Eso es lo primero que te encuentras. La sensación que tiene la gente de España cuando vienen aquí es que se le va a recibir con un traje de faralaes, que estamos todo el día en la calle, y tienen una historia de todo esto que no es, pero claro, también es lo que le han vendido. Antiguamente los artistas pasaban hambre porque no había la posibilidad de estar en teatros o eventos, entonces lo que había eran las fiestas de los señoritos, los que pudieran hacerlas, claro, y a los artistas les exigían estar a la hora que les diera la gana, y si no estaban pues no les pagaban. Era así de fácil. Y lo peor es que mucha gente es que quiere vender esa pena y esa fatiga que se pasó. Y no, mire usted, ahora trabaja el que se mueve, el que se preocupa, el que se mete en un estudio…Ahora no pasamos fatigas. Se pasan malos ratos, pero nada comparado con los tiempos de antes. Todo esto les interesa a mucha gente que siga estando presente, pero hay otros que no, que estamos innovando y abriendo nuevos campos. Y eso, el flamenco no es fiesta, toros y ¡olé!, el flamenco es mucho más profundo.




En una entrevista que leí a Raimundo Amador, dijo que el público del flamenco es muy cerrado y ortodoxo, ¿es eso cierto?


El público del flamenco es minoritario, quiero decir, el flamenco de grandes masas es en el terreno donde quizás hayan podido ayudar más porque han vendido lo que ahora todo el mundo conoce por flamenco fuera de nuestras fronteras, y eso ha ayudado a que se conozca mucho más. Hay puertas, como esta, que han abierto, pero también tiene su parte mala, es decir, alguien viene a ver un espectáculo mío, y dice: “¿Qué ha pasado aquí? ¿Qué es que no es flamenco?”. Entonces, hay mucha gente que se cierra a ver un espectáculo de flamenco porque no les gusta o les resulta pesado.

                                                                                           ____________________


Nació en Frankfurt, y a los 15 días sus padres la enviaron a Granada, a un pueblecito llamado Armilla. Su tía tuvo siempre la corazonada que se tenía que dedicar al flamenco, y debido a su temprana muerte, su madre y su tía decidieron honrarla metiéndola en una academia de baile. Fue a La Habana a aprender coreografía con Johannes García. Trabaja en la compañía de Rafael Aguilar con 15 años. En 1998 inaugura su propia compañía y esto le causa el salto definitivo a los grandes escenarios.  En 2001 recibe el Premio Nacional de Danza y en 2007 recibe la Medalla de Andalucía como reconocimiento. Realiza giras por Asia, Oceanía, Estados Unidos, Australia y muchos más países donde el flamenco es recibido con ojos expectantes y manos agradecidas que aplaudirán cada movimiento de esta bailaora que recuerda a las “antiguas”.

                                                                                         __________________

  


No pueden ir con unos prejuicios, ¿no?


Exactamente, no hace falta entender. Es ir, sentarte en un patio de butacas y disfrutar. Y ya es caso de cada uno hacer un ejercicio interior y analizar lo que ha visto. Lo bueno que sí he visto de unos años atrás hasta ahora es que hay mucha juventud en los teatros, y eso te motiva.

¿Existe una buena cantera en el flamenco? ¿Tiene un buen futuro el flamenco aquí en España?


Yo creo que sí. Estamos pasando por una transición en la que hay una generación que está a punto de desaparecer y ahora viene otra generación. Como hemos dicho antes, hace tiempo la gente vivía el flamenco de una manera muy diferente a la de ahora. Ahora, si no tienes información sobre cualquier artista es porque no quieres tenerla, porque existen ordenadores, móviles, televisión…


Es una facilidad contar con todo esto, ¿no?


Sí, que sea para bueno o para malo, eso ya no lo sé. Tiene sus cosas buenas, porque haces así (hace el gesto de escribir en un teclado) y tienes la posibilidad de tener toda la información que quieres, pero también tiene su cosa mala, porque yo sinceramente veo mucha imitación y mucha copia de lo que ya existe y esto también es porque tienen la oportunidad de acceder a muchísima información de muchísimos artistas.

Quizás antes que no existía internet, el artista podía aislarle y no dejarse influenciar por nadie.


Es que tenías que ser tú. Antes había un sitio donde los artistas se reunían, y cada uno era diferente, con sus más y sus menos, con su estilo personal, se escuchaban unos a otros, y de esto ya no hay. Se ha perdido. También pasa otra cosa; antes la gente no era tan buena técnicamente como lo es ahora, no tenían tanta información, pero había una cosa muy mágica, que no era la técnica, era una forma de improvisación, era un “canta y toca que yo bailo” y esto hoy en día falta, hoy en día hay mucha técnica, todo muy estudiado y medido, y hay gente que son auténticos portentos en esto, pero, tú llegas a un teatro, te sientas, y a mí no se me pone la piel de gallina. Sales como te vas, pensando que es un virtuoso, pero no me ha contado nada, no me ha transmitido nada. Y muchas veces pienso: “pues fíjate si los artistas de antes hubieran tenido los estudios y las facilidades que tenemos ahora”. Y ahora hay muchísima gente que tiene muy buena técnica, muchas historias que contar, con muchas ganas, pero la técnica no lo es todo, la técnica no está por encima del arte, la técnica tiene que estar al servicio del arte.


La gente que innova y que se arriesga, ¿tiene que luchar con el público o con los entendidos que son más puristas en el flamenco? ¿Eso les limita?

Al principio, cuando eres más inseguro, ves que hay gente que te dice ”tú tienes que ser pura”, y ahora yo les pregunto “¿qué es la pureza? ¿Por qué yo no soy pura?”, y al fin y al cabo, los límites te los pones tú, no te los pone la gente que hay a tu alrededor. Yo no sé en tu trabajo, pero a mí mi trabajo me ha servido como un medio de lenguaje, yo sabía que quería hacer algo, no sabía que era, y lo primero que quería hacer era quitarme la timidez que tenía, y lo que descubrí en el flamenco era una forma de conocerme a mí misma y de conocer a los demás y de sentirme realizada en muchos aspectos. Eso sí, antes era lo más importante de mi vida, hoy no lo es, yo no soy una persona adicta a mi trabajo.

































¿Alguna vez has excedido el límite hasta llegar al punto de obsesionarte?


¿Obsesionarme? Siempre. Pero no es lo mismo obsesionarte porque algo te salga bien, porque estás dentro de un proyecto. Siempre es normal preocuparte porque todo salga lo mejor posible, porque no quieres fallarle a la gente que tienes alrededor. Pero, ¿ser adicta a mi trabajo? No, yo no quiero ser adicta a mi trabajo, en la vida hay muchas cosas más importantes, tengo mis hijas, mi familia, las pequeñas cosas, como yo les llamo, y si no tuviera estas cosas, no tendría nada que contar.


Pero cuando tenías 18 o 20 años, ahí sí, ¿no?


Ahí sí. Ahí era lo más importante de mi vida. A mí me preguntaban; “¿Qué es para usted el flamenco?”  Y yo decía “Pues el flamenco para mí es mi vida”. Pero ahora ya no. Eso lo decía porque, sinceramente, estás falta de experiencia. Por ejemplo, tú ahora mismo que estás aquí, cuando pasen unos años, hablaremos y me darás la razón, seguro. Lo que a ti te queda por ver y descubrir… y te lo digo porque el periodismo es más o menos lo que me pasa a mí, porque yo he tenido la oportunidad de conocer otros países, otras culturas, otra gente, y todo esto ha sido gracias al flamenco, y esto lo agradezco mucho, y por eso a través del flamenco también transmito todas estas experiencias. Nada más tienes que escuchar a los artistas antiguos; apreciar el toque, el cante, el compás, y descubres todo lo que sentía, de todo lo que se quejaban, de todo lo que vivían. El flamenco no es palmas y alegría, al contrario, el flamenco es lo más dramático del mundo, hasta las alegrías, “estoy ético de pena”, fíjate la letra, esto cantado por alegrías, no tiene ningún sentido.


¿Las críticas te influyen?


Antes sí, ahora no. (risas) Las leo, no te voy a decir que no. Pero es que... ojalá pudiera leer uno críticas constructivas, porque lo que se escriben es todo críticas constructivas, pero ya no a nivel artístico, es que se meten con tu persona, y a eso no hay derecho, ¿no? Y eso sí que pasa más aquí que fuera, porque por ejemplo, cuando llega una Bienal de Flamenco y lees las críticas es que te ríes, te las tienes que tomar a broma, porque tienes dos opciones, o tomártelas así o irte para el periodista y decirle cuatro cosas, aunque esto no lo haría nunca porque es darle una importancia que no se la merece. Si dices, pues mira, es un periodista que sabe tocar la guitarra, sabe bailar, se ha subido a un escenario, tiene experiencia y sabe de lo que está escribiendo, me parece estupendo, pero si no eres nada de esto... Puede saber de flamenco, pero si de verdad sabe y le interesa, lo primero que tiene que hacer es informarse, documentarse, saber cuánto tiempo llevo yo montando ese espectáculo y sobre qué va ese espectáculo, pasarse por los ensayos, ver mis otros trabajos… y eso lo echo mucho en falta, que los periodistas tengan realmente información, porque tú que quieres dedicarte al periodismo internacional, tú no vas a escribir la crónica de los sucesos de un país conflictivo desde tu casa, ¿entonces, esto porque no pasa en la cultura? Pero claro, realmente los medios de comunicación y el público son los que hacen estar o no estar, pero ya te digo que es más importante la relación entre el público y yo, que los medios, es así.


La falta de información directa de un periodista es por lo que hablábamos antes, porque hay muchísima información en Internet  muchísimos medios para llegar a ella, y entonces los periodistas, desde sus casas, cogen el ordenador, se informar, y ahí se quedan, no se patean las calles.


Hay muchísima gente que hace esto, y cada uno le da su interpretación, su visión y eso es algo clarísimo. Pero también te digo que hay muchos críticos que les gusta mucho un sobre con dinero, y cuando te enteras de esto dices, bueno, ¿yo me voy a molestar en comprar un periódico y leer sus críticas? Lo hago por pura curiosidad, pero no me afectan, para nada. Yo decido hacer este espectáculo y lo hago con todas las de la ley, y me expongo a que el público no le guste, a que a periodistas no les gusten, y me parece perfecto. Yo estoy de acuerdo con aquellas críticas que me ayuden; si usted cree que he fallado en esto y en esto, hágamelo saber porque yo voy a aprender.


¿Puede ser imposible lograr una apreciación mínimamente objetiva de un espectáculo sin dejarse llevar por los sentimientos?


Es muy complicado. En el estreno de un espectáculo ni se canta ni se baila, hay tal tensión porque todo salga bien, porque todo esté atado y todo funcione según lo previsto, que no disfrutas, y no eres consciente de lo que has provocado o has hecho. Una vez que pasa el estreno eres consciente de lo que está pasando. Y es entonces cuando eres más objetiva y analizas mejor las cosas. Pero hay veces, que según el estado anímico que tengas, juegas con la improvisación encima del escenario, y ahí no eres dueña de ti misma, hay veces que salen cosas buenas, y otras no.
































Has estado retirada de los escenarios por el embarazo de tu segunda hija, ¿Cuánto tiempo has estado parada?


13 meses.


Y a tu vuelta, ya has estado…


En India, Bogotá y Lima.


Y ahora te vas otra vez.


Sí, ahora nos vamos a hacer una gira por Francia.


Has estado en casi todos los lugares del mundo ¿Dónde os habéis sentido fuera de lugar o habéis sentido cierta frustración?


A veces aquí.


¿Aquí?


Sí. Es curioso pero es así. No me he sentido frustrada, pero quizá incómoda. Hay veces que dices, vamos a dejarlo aquí, y nada más que por la responsabilidad de que estás aquí, de que muchos artistas de la profesión van a verte, que te vigilan y examinan, y por esto es por lo que me siento incómoda. No es que me pase cada vez que me pase aquí pero alguna vez que otra… Fuera no, fuera intento no pensar en donde estoy. Una vez que subes a un teatro, te olvidas de donde estés porque la sensación es como si estuviera siempre en el mismo sitio, en el mismo teatro, y los países van pasando por ti, porque yo bailo como bailo: aquí, en Bogotá, en Lima, en Alemania… No hay idioma para entender el flamenco.


Tienes 10 espectáculos, ¿Cuál de ellos te ha costado más interpretar?


Todos (risas). Porque yo lo tengo claro, pero tengo que hacer que también lo entiendan todos los demás y esto a veces se me olvida, que la que tiene clara la idea del espectáculo soy yo, no los demás.



                                                                                  _______________________

Eva termina el café y me ofrece algún dulce, pero niego con la cabeza mientras ella termina de darle sorbos a su bebida caliente. De repente, se acuerda de las fotos, y con el manejo que tiene para controlar la situación, cae en la cuenta que no se ha maquillado porque no ha tenido tiempo, se disculpa, en forma de agradecimiento, nos ofrece acompañarla al terminar la entrevista a su estudio, donde ensayará con sus compañeros y allí poder hacerle las fotografías. Acostumbrada a estar pendiente de todo, cruza una mirada hasta la otra punta del salón, donde dos ojos oscuros asoman por encima de las mantas: Marieta se despierta, y lo primero que hace, es buscar a su madre. Ella, interrumpiendo la entrevista, corre en deseos de coger a su hija, que pide su comida a través del llanto. Ella, atenta a nosotros y a la hija, sigue contestando las preguntas, “no os importa, ¿no?” y entonces encontramos el símil entre su trabajo y su vida personal: la rotundidad con la que golpea el  suelo del escenario con sus zapatos es la misma con la que encauza a su familia.
                                                                               _______________________


¿Y es difícil transmitir esa idea?


E- Al principio sí, pero hasta que encuentras el método, y el método más fácil es hablar claramente. Por ejemplo, yo no puedo pretender hacer el espectáculo Federico según Lorca si los demás no conocen a Federico, es absurdo. Yo entiendo que a todo el mundo no le gusta leer, pero para eso, yo me reúno con Horacio, primo hermano mío que le encanta escribir, y a mí me encanta cómo lo hace y nos ha escrito muchas letras para los espectáculos nuestros. Además es fanático de Lorca, y entonces nos reunimos con el cuerpo de baile, él nos resume más o menos cómo está considerado Lorca, quién fue, qué ha escrito, y sobre los fragmentos que yo tengo en mente ir trabajando, entrar en el estudio e ir adaptándolos. Hay que hacer que mi equipo se motive y se interese.


Te apoyas mucho en Horacio.


Muchísimo, de hecho, hay un espectáculo que voy a estrenar en Marzo, que se llamará  Ay, que la sinopsis es de Horacio.




¿Ha habido un momento clave en tu trayectoria en el que digas ”si no fuera por este momento, no hubiera llegado hasta aquí” o todo fue poco a poco?


Hay muchos momentos que deciden tu futuro. Si mi tía no hubiera muerto con 29 años, yo no sé si mi madre me hubiera llevado a una academia, y con esto he aprendido que el destino está ahí, las cosas pasan porque tienen que pasar, yo no creo en las casualidades. Para analizar si hubiera sido importante o no, tendrías que nacer de nuevo, o te lo imaginas. De chica me imaginaba haciendo cosas muy diferentes a lo que hago, nunca sabré que hubiera sido de mí si no hubieran pasado ciertos momentos.


¿Nunca has tenido una época de escasez creativa?


Sí. Cuando buscas algo nunca aparece, pero siempre salta la chipa cuando menos te lo esperas. Y cuando Cristóbal me dice que hay que estrenar un nuevo espectáculo, yo ya tengo dos o tres ideas pululando por mi cabeza. La creación de los espectáculos es una cadena, cuando has terminado un espectáculo te has dejado algo que te lleva al siguiente.


Cuando visualizas unas de tus actuaciones y detectas un error, ¿sientes dolor y querrías volver atrás en el tiempo y rehacerlo?


Sí, sientes rabia y dices “¡Qué absurdo! ¡Cómo he podido hacer esto!”. Pero bueno, es una buena forma de aprender o de pensar desde otro punto de vista. A mí lo que me pasa es que nunca me gusta verme, incluso me gusta ver los espectáculos que monto para otra gente, que verme a mí. No puedo, es superior a mí… (risas)

Eva en 1998, 5mujeres5 en el 2000, La Voz del Silencio en 2002, A cuatro voces en 2004, El huso de la memoria en 2006. 2 años entre cada espectáculo.


Por la Bienal. Nosotros siempre estrenábamos aquí en Sevilla, entonces, inevitablemente era cada dos años.


¿Con qué premio te quedas?


Todos los premios son importantes, desde el menos conocido, el mñas personal, el reconocimiento a la persona, hasta el Premio Nacional de Danza, los premios Max, todos son importantes. Aunque yo los celebro en el momento, luego los tengo que olvidar, porque no me gusta regocijarme en los premios. Está ahí, los agradezco, es una motivación para seguir adelante y que la gente te siga reconociendo, pero ya está, siempre hay que estar con los pies en el suelo. El premio más importante es poder seguir donde estoy, manteniéndome, y por supuesto, mis dos hijas.


¿Desconectas fácilmente?


No, cuando me quedé embarazada de Marieta dije “puff, no puedo bailar, vale, quiero desconectar, y lo tengo que hacer”, pero qué va, he desconectado en que no he ido al estudio a ensayar, pero siempre estoy dándole vueltas a la cabeza. Como te salta la inspiración en cualquier momento, es algo que no puedes controlar.


En 1992 rechazaste un premio.


 (risas) Había injusticias, y con las injusticias y las mentiras no puedo. Uno mejor que nadie sabe cuándo algo está bien y algo está mal, no hace falta que nadie venga de fuera a decirte si algo está bien o algo está mal. Entonces fue un cúmulo de cosas, y dejé muy claro que por cuestiones éticas, artísticas y morales, yo no aceptar ese premio.


¿Piensas que algunos premios o la mayoría de ellos se dan por amiguismo o favoritismo en vez de por la trayectoria profesional?


Mira, odio la mentira. Y te voy a decir una verdad como un templo, los concursos son todos mentira, y lo digo porque lo sé a ciencia cierta. Y hay muchos concursos donde la gente a la que le van a dar los premios ya saben que se los van a dar. Y a eso no hay derecho, y hay muchos profesionales que han cogido un primer premio, sabiendo que hay mucha gente, con muchísima ilusión, con mucho trabajo dentro de un estudio, y que van con toda la inocencia deseando querer recoger un premio. Amiguismo, favoritismo, politiqueo…hay de todo.


¿Hay mucha política en el flamenco?


Claro que hay. Influye todo y tienes que mantenerte alejada. Es que para mí que la política tenga que influir en la cultura me parece una atrocidad impresionante… El arte está por encima de todo eso.


¿El miedo es un sentimiento totalmente malo? ¿O tiene algo de bueno sentirlo?


Los nervios siempre hay que tenerlos, y el día que no sientas nervios antes de subir a un escenario, no te subas más. A mí no me gusta el miedo porque te limita, pero tampoco no es bueno no tener nada de miedo, y además, ¿quién no tiene miedo en la vida? Todos tenemos miedo.